La ONG tiene dificultades para pagar el alquiler, los
servicios y los sueldos de los profesionales. Concurren 30 adolescentes y
jóvenes en tratamiento por trastornos alimentarios.
Hace cuatro años que la Asociación de Lucha contra la
Bulimia y la Anorexia (Aluba) atiende pacientes con trastornos alimentarios en
Santa Fe. Pero este trabajo se está haciendo cuesta arriba debido a los atrasos
en los pagos por parte de las obras sociales. “Se nos está haciendo
terriblemente costoso desarrollar las actividades y seguir adelante. Hay obras
sociales que nos deben $ 20.000 y eso nos está afectando muchísimo el pago del
alquiler, luz, teléfono y los sueldos de las profesionales”, planteó Jorgelina
Godoy, administrativa de la ONG.
Aluba atiende a 30 mujeres de entre 14 y 39 años, con un
abordaje interdisciplinario y grupal. Allí trabajan tres psicólogas, un médico
clínico y un psiquiatra. “Atendemos a todas las personas, tengan o no dinero.
No recibimos ningún subsidio del Estado”, aclaró Godoy.
Desde la ONG piden que las obras sociales regularicen los
pagos. “Además, si algún particular puede ayudar, siempre es bienvenido. Mucho
de lo que tenemos se compró gracias a donaciones. Lo más difícil de afrontar es
el alquiler. A fin de año se nos vence el contrato y tendremos que buscar otra
casa”, contó la secretaria.
Las patologías
Rechazar la comida o atorarse con ella, hacer actividad
física en exceso, provocarse el vómito, tomar laxantes o encerrarse en el baño
después de comer son algunas de las conductas de quienes padecen trastornos
alimentarios. En Aluba atienden pacientes con bulimia, anorexia, trastornos por
atracón (comer grandes cantidades en poco tiempo), vigorexia (obsesión por el
cuerpo musculoso), permarexia (hacer dieta permanentemente), ortorexia (comer
sólo lo “sano y natural”) y los trastornos de alimentación en la infancia
(niños que rechazan determinados tipos de alimentos: por ejemplo no comen nada
de color verde).
Entre los síntomas que deben alertar al entorno familiar,
las especialistas detallaron: “Primero se ven los cambios físicos, pero también
en la conducta: la paciente empieza a estar más irritable, sufre de ira, tiene
oscilaciones en su ánimo y una distorsión sobre su imagen corporal. Ponen
excusas para no comer (“me siento mal”, “tengo que estudiar”, “ya comí en otro
lugar”) y evitan los eventos sociales que incluyen la comida, lo que produce
aislamiento social”, indicó la psicóloga Rita Cabrera.
A Aluba llegan pacientes por su propia cuenta o derivados
por otros especialistas. “Cuesta darse cuenta y entender la gravedad de esta
enfermedad. Por eso llegan pacientes que están enfermos hace muchos años.
Algunos vienen con riesgo clínico u obligados por su familia”, contó la
psicóloga Julieta Arolfo.
El tratamiento implica un abordaje interdisciplinario,
grupal y con las familias. “Si bien es el paciente el que presenta el síntoma,
la enfermedad está en toda la familia”, advirtió la profesional.
Los trastornos alimentarios son multifactoriales, ya que
intervienen aspectos psicológicos, sociales (el culto a la belleza y delgadez),
familiares y neurológicos. “Los tratamientos son largos -cuatro años como
mínimo-, porque implican desaprender determinadas conductas y aprender nuevas
pautas familiares, mejorar las relaciones e insertarse socialmente”, concluyó
Cabrera.
La ONG
La ONG Aluba tiene su sede central y su comisión directiva
en Buenos Aires, y 14 delegaciones en todo el país. En Santa Fe funciona una
sede desde marzo de 2009, que integra la región Centro junto a la de Paraná y
Córdoba, bajo la coordinación de Rodolfo Montero.
Para contactarse, llamar al (0342) 4521050 lunes, miércoles
y viernes de 8 a 13, y martes y jueves de 8 a 17, o por mail a
alubasantafe@hotmail.com
Los jueves a las 14, se dan charlas informativas abiertas a
toda la comunidad, en Irigoyen Freyre 3008.
Fuente: El Litoral.com
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