Según cifras dadas a conocer en 2011 por el Ministerio de
Salud, el costo de tratar enfermedades relacionadas con la obesidad (como la
diabetes, en especial del tipo 2) equivalía al 1,2 del Producto Interno Bruto
(PIB).
Según sus proyecciones, en 2017 el gasto directo será de
US$6.500 millones. Sumando los costes indirectos de la obesidad, como la
pérdida de productividad laboral, México tendría que enfrentar una factura de
hasta US$14.000 millones.
Algo difícil de sobrellevar para cualquier sistema de salud
del mundo.
Por ello, en los últimos años, el gobierno ha aumentado sus
esfuerzos para combatir esta epidemia, como reducir los niveles de azúcar y
grasas de los desayunos escolares o retirar los alimentos procesados de las
máquinas expendedoras de centros escolares.
Ahora, el actual gobierno está dando el que algunos
consideran como el paso más atrevido: un impuesto para los refrescos.
El pasado fin de semana, la Cámara de Diputados aprobó
(dentro del más amplio paquete de reforma hacendaria) un impuesto de un peso -8
centavos de dólar- por litro de bebida gaseosa.
La medida es ahora estudiada por el Senado. En caso de que
introduzca cambios, regresará a la Cámara. De lo contrario pasará para firma
presidencial.
El plazo máximo de aprobación es el 15 de noviembre. Si pasa
(algo que se da casi por descontado pues el gobierno cuenta con los votos
necesarios en el Congreso) entraría en vigencia 1º de enero de 2014.
Pero, ¿sirve?
Como era de esperarse, este impuesto ha causado gran
controversia en el país.
Mientras que las organizaciones no gubernmentales que lo
apoyan dicen que el gravamen es un significativo primer paso, quienes se oponen
aseguran que no ayudará a reducir los niveles de obesidad en el país, sólo a
recaudar más ingresos para el gobierno.
Este es el punto de vista que defiende Jorge Romo,
representante de la Asociación Nacional de Productores de Refrescos, que agrupa
un 90% del sector en México.
"Es muy poco el porcentaje que aportan los refrescos en
la dieta de los mexicanos, que es de más de 3.000 calorías. Sólo representan el
5% en el consumo de calorías. Si le ponemos impuesto a los refrescos, lo único
que va a pasar es que va a subir el precio".
Ante esto, Alejandro Calvillo, director de Poder del
Consumidor, una de las organizaciones gubernamentales que más ha presionado a
favor del impuesto, recuerda que México es el país que más consume refrescos en
todo el mundo.
"Consumimos163 litros en promedio por persona (al año).
Eso es más de 400 mililitros al día. Pero es el promedio. Si quitas a las
personas que no consumen -que es como el 5%- y a las que sólo consumen una o
dos veces a la semana, te queda un porcentaje de la población que consume 800
ml o más de refresco al día".
La nutricionista Inés Sánchez, quien trabaja en el sistema
de salud estatal, cree que el impuesto puede ayudar a combatir la obesidad
"siempre y cuando las empresas refresqueras no metan otra gama para poder
vender más sus refrescos: pueden disminuir el tamaño, sacar otro producto más
barato. Lo que necesitamos realmente es educación".
El ejemplo de Dinamarca
Quienes se oponen al impuesto a los refrescos traen a
colación el ejemplo de Dinamarca que este año, después de varios de cobrarlo,
decidió eliminarlo.
"Lo habían puesto en contra de las bebidas con azúcar y
de algunos alimentos con grasas, pero fracasó porque las gente busca otras
opciones. Entonces, si ponen un impuesto a lo mejor van a ir a consumir otros
productos que resulten peores, que no sean seguros en el aspecto
sanitario", indica Jorge Romo.
En México se ha reportado que el impuesto en Dinamarca sólo
sirvió para que, por ejemplo, el año pasado, 57% de los daneses cruzaran a
Alemania a comprar refrescos y cervezas.
Ante esto, Alejandro Calvillo dice: "los análisis
muestran que el impuesto funciona donde hay un alto consumo y donde el impuesto
es alto. Si no tienes un alto consumo es difícil que puedas ver un resultado,
como es el caso de Dinamarca. Y el impuesto allí tampoco es alto".
En Estados Unidos -donde algunos estados han impuesto
gravámenes a los refrescos- se ha argumentado que el gobierno no debe
entrometerse en algo tan personal como la dieta.
Ante esto, Nick Finer, un experto en obesidad del Reino
Unido, cree que los gobiernos "tienen un papel qué jugar porque es
increíblemente difícil dejárselo a los individuos".
"Los humanos evolucionaron para sobrevivir a la
hambruna, nuestros cerebros tienden a decirnos que está bien comer todo lo que
podamos mientras haya, para sobrevivir en los períodos de carencia",
indica.
"No hemos adaptado nuestros apetitos para vivir en una
sociedad que tenga menos períodos de escasez.
Por lo que tiene sentido que los
gobiernos intervengan", finaliza.
"Sufro de diabetes 2"
¿Y qué piensan los directamente afectados? Armando Murillo
Salgado, un profesor de primaria de 55 años, ha estado bajo tratamiento por
diabetes 2 durante 15 años.
En el momento en que hablamos con él, está sentado en su
cama del Hospital 20 de Noviembre, en Ciudad de México, donde se encuentra
interno por complicaciones cardíacas relacionadas con su afección.
Armando no tiene ninguna duda: los refrescos contribuyeron a
empeorar su condición. "Yo pienso que un 50% de esta situación tiene que
ver con los refrescos embotellados, por su contenido", dice con voz
ahogada.
Sin embargo, lo que sí duda es que un impuesto lo hubiera
convencido de dejarlos (en la época en que aún podía tomarlos). "Lo
dudo... En el refresco tú buscas el sabor, el gusto. De pronto me hubiera
detenido un momento a preguntar: ¿cuánto? Pero lo hubiera comprado".
Pero incluso quienes están a favor del del impuesto creen
que éste, por sí solo, no es suficiente para disminuir de manera significativa
los altos niveles de obesidad.
Argumentan que, entre otros, se necesita más apoyo al
sistema de salud y campañas de orientación nutricional dirigidas a los
ciudadanos, incluyendo los menores de edad.
Por todo esto, tal parece que México aún tiene mucho por
hacer para abandonar el dudoso honor de ocupar los primeros lugares mundiales
en índices de obesidad y sobrepeso.
En cifras
- Siete de cada 10 mexicanos tienen problemas de obesidad, según una encuestra nacional realizada en 2012.
- 37,2 de los adultos mexicanos tienen sobrepeso. Ocupa el segundo lugar a nivel mundial después de Estados Unidos.
- Uno de cada diez adultos sufre de diabetes. El 90% es diabetes tipo 2. Trece de cada 100 muertes en el país son provocadas por esta enfermedad.
- México ocupa el tercer lugar en el mundo por muertes relacionadas con la obesidad.
- Según cálculos de un legislador que apoya el impuesto, el gobierno recogería alrededor de 13.000 millones de pesos (US$1.000 millones) anuales por concepto de este gravamen.
Fuente: BBC Mundo
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