Así lo afirmó una de las expertas más destacadas de la
Argentina en el marco del Día Mundial del Parkinson. El tratamiento
multidisciplinario, la clave para enfrentarlo.
Desde 1997, cada 11 de abril se conmemora el Día Mundial del
Parkinson por ser esta la fecha de nacimiento del doctor James Parkinson, quien
padeció y describió los síntomas de la enfermedad en 1817 y por el cual lleva
su nombre.
El Parkinson se trata de una patología neurodegenerativa
crónica y lentamente progresiva que afecta una zona del cerebro responsable de
la producción de un compuesto químico llamado dopamina. Al comprometerse esa
zona, la cantidad de dopamina en el cerebro disminuye y se ve afectado
principalmente el movimiento, produciendo en el paciente lentitud, rigidez
muscular, temblor, trastornos posturales en el equilibrio y la marcha,
disfonía, alteraciones en la escritura y pérdida de la expresión facial.
Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, el 1,5% de
la población argentina con más de 65 años padece esta patología, es decir,
aproximadamente 70 mil personas. Sin embargo, en muchos casos, se confunde con
otras patologías que comparten síntomas y que también afectan al movimiento.
Avances en el tratamiento
Afortunadamente, los tratamientos para combatir esta
afección han mejorado notablemente y han logrado que la enfermedad pierda ese
carácter de enorme gravedad, ya que las nuevas medicaciones garantizan más
calidad de vida a los pacientes. "Fundamentalmente lo que uno ha aprendido
es a desmitificar al Parkinson como una enfermedad terrible", explicó a
Infobae la doctora Emilia Gatto, jefa del Departamento de Enfermedades de
Parkinson y Trastornos del Movimiento del Instituto de Neurociencias Buenos
Aires (INEBA).
Si bien todavía no existe un tratamiento curativo, la
ciencia ha hecho enormes avances al momento de tratar esta enfermedad a partir
de un análisis más profundo de las particularidades de cada caso (que no
siempre presentan los mismos síntomas o son diagnosticados en la misma fase).
"No todo aquello que llamamos Parkinson va a tener la misma atención o la
misma respuesta terapéutica. Bajo un mismo nombre involucramos diferentes
cuadros, síntomas y estadios, por eso es difícil llegar a un tratamiento
curativo, aunque reúnan características comunes", aclaró la especialista.
En este contexto, la doctora Gatto señaló que es fundamental
el abordaje multidisciplinario del Parkinson, es decir, que más allá del
tratamiento farmacológico (que está centrado en aspectos sintomáticos, no
curativos) incluya apoyo psicológico, recuperación motora, tratamiento físico
y, fundamentalmente, el apoyo del núcleo familiar para evitar el aislamiento
social del paciente.
Para mejorar el tratamiento, es de vital importancia
descubrir el comienzo de la enfermedad. "La ciencia está a la búsqueda de
identificar lo que se llama un biomarcador, un análisis o un método que permita
saber cuándo empieza la enfermedad", explicó la doctora. "Cuando
empiezan los síntomas más conocidos la enfermedad ya había empezado.
Necesitamos conocer un marcador biológico para saber cuándo empieza y cómo
tratarla", agregó.
El mate, en la lucha contra el Parkinson
"Si bien el origen del Parkinson es poco claro, se
entiende que para su aparición colaboran una combinación de factores genéticos,
ambientales y de estilos de vida. Algunos de estos factores de estilo de vida
podrían proveer protección contra la enfermedad y aparentemente la exposición a
la cafeína disminuiría el riesgo de sufrir Parkinson", explicó la experta
Emilia Gatto.
En este sentido, la especialista contó que además de la base
genética, algunos de los factores ambientales que pueden colaborar en la
aparición del Parkinson son la exposición a pesticidas (la rotenona, por
ejemplo), el consumo de aguas de manantiales o de pozos y la exposición a
hidrocarburos.
Sin embargo, el panorama no es tan desalentador ya que se
han identificado ciertas poblaciones con menos riesgo de desarrollar la
enfermedad, por ejemplo, aquellas que consumen más cafeína: Argentina es una de
ellas, ya que se estima que casi 28 millones de personas consumen yerba mate,
lo que la convierte en uno de los países que más consume bebidas calientes con
cafeína a nivel mundial.
En un estudio reciente llevado a cabo por un grupo de
científicos argentinos en más de 200 pacientes con la enfermedad se encontró
una relación inversa entre el consumo de yerba mate y el Parkinson, que
permitió a los científicos generar la hipótesis de que la yerba mate tiene un
potencial rol protector en el desarrollo de la enfermedad, ayudando a su
prevención.
"Si bien los efectos saludables de la yerba mate son un
tema de discusión, varios estudios han demostrado que el mate puede estimular
el sistema nervioso central debido a que contiene alcaloides de metilxantina
como la cafeína. Se conoce también que cuenta con componentes antioxidantes y
se comprobó además que tiene cualidades hepatoprotectoras, diuréticas,
antireumáticas, antitrombóticas y antiinflamatorias, entre otras", agregó
Gatto.
Sin duda, el Parkinson puede ser analizado desde un nuevo
punto de vista. El tratamiento es más eficaz, el diagnóstico es cada vez más
temprano y pacientes cada vez más jóvenes consultan para conocer su
predisposición genética a la enfermedad, para poder prevenirla, no sólo desde
lo farmacológico, sino a través de un tratamiento que tenga en cuenta otros
aspectos de la enfermedad.
Mientras tanto, el camino hacia un tratamiento curativo es
más claro a medida que se van investigando y conociendo diferentes aristas y
aspectos de una enfermedad que, afortunadamente, está cada vez menos
demonizada.
Fuente: Infobae
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