La campaña de la mujer que se suicidó en noviembre logra que
se plantee una nueva ley en el estado del que se tuvo que ir para morir.

Brittany Maynard vivía en Oakland, California, cuando a
principios del año pasado le diagnosticaron una agresiva forma de cáncer en el
cerebro, incurable, que la mataría antes de dos años. Se acababa de casar y
planeaba tener hijos. Tras el diagnóstico, decidió poner fecha a su propia
muerte, el 1 de noviembre, y dedicar todo ese tiempo a promover las leyes de
muerte digna en Estados Unidos.
Para ello se mudó a Portland, Oregón, con su marido y sus
padres. Oregón es uno de los cinco estados que permiten el suicidio asistido,
junto a Washington, Montana, Vermont y Nuevo México. Tuvo que dejar su casa e
instalarse en la ciudad norteña solo para poder morir por su propia mano y
legalmente. Maynard hizo público su caso a través de la organización
Compassion&Choices, que promueve las leyes de muerte digna en EE UU, para
llamar la atención sobre la falta de opciones en su propio estado, California,
y en casi todo el país.
“La mayoría de los californianos no pueden hacer lo que
nosotros hicimos”, dijo este miércoles en el capitolio de Sacramento, la
capital de California, Debbie Ziegler, la madre de Maynard, durante la
presentación de la nueva propuesta de ley. “Sabíamos que no pueden dejar sus
casas, sus trabajos, sus familias, sus amigos, sus mascotas. Nosotros tuvimos
que hacer todo eso y añadió otra capa de dolor”, dijo Ziegler, citada por la agencia
AP.
La campaña tuvo un enorme impacto. Maynard contó en varios
vídeos distribuidos por internet y vistos por cientos de miles de personas como
se iba encontrando cada vez peor. En un momento dado, pareció replantearse la
fecha de la muerte porque se sentía con fuerzas para seguir, aunque era
consciente de que algún día no podría tomar esa decisión por sí misma.
Finalmente, tras visitar el Gran Cañón, una de las ilusiones de su vida, y
celebrar el cumpleaños de su marido, Maynard se quitó la vida el 1 de noviembre
con un medicamento eutanásico recetado por un médico de Oregón, rodeada de su
familia.
La experiencia de Maynard, que llenó telediarios y páginas
de periódicos durante meses, reveló que las encuestas suelen reflejar un apoyo
general al suicidio asistido entre los estadounidenses. La iniciativa también
tiene un amplio apoyo en la prensa de referencia, pero se enfrenta a la
oposición de lobbies médicos y la iglesia católica.
La nueva propuesta es muy similar a la existente en Oregón.
Permitirá a una persona con una enfermedad terminal y una prognosis de muerte
en un plazo de seis meses pedir una medicación eutanásica. El paciente debe ser
capaz de tomar la medicación él mismo, no administrada por los médicos, y estar
en pleno uso de sus facultades mentales. Los impulsores de la iniciativa han
anunciado que consideran la posibilidad de llevar la cuestión a una votación
popular en California si fracasa de nuevo en el Legislativo.
Fuente: El País
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