martes, 2 de diciembre de 2014

Se acerca el fin de las grasas trans para los alimentos argentinos

Según un estudio, la prohibición evitará 5000 eventos cardiovasculares y 1500 muertes por año; los productos de panadería y los alfajores, entre otros, tienen esta sustancia.
  
En la cuenta regresiva de la entrada en vigor de la prohibición de producir y comercializar alimentos con grasas trans, cuyo consumo sostenido amenaza la salud cardiovascular, un estudio del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) sobre esta modificación del Código Alimentario Argentino proyecta que la medida permitirá evitar anualmente más de 5000 complicaciones cardiovasculares y 1500 muertes por enfermedad coronaria.

Con eso, el equipo liderado por el doctor Adolfo Rubinstein calcula que el sistema sanitario se ahorraría cada año hasta 100 millones de dólares o unos 860 millones de pesos en tratamiento y control de esos pacientes.

Los resultados de este trabajo, que es el primero en su tipo en un país en desarrollo, muestran también que el reemplazo de esas grasas con aceites "más amigables" para el corazón, como el de oliva o girasol, permitirá prevenir casi 3000 infartos y más de 1000 casos de angina inestable en un país con 100.000 eventos cardiovasculares por año en la población adulta.

"La eliminación de las grasas trans tendrá un gran impacto en la salud pública e implica un importante ahorro de dinero para el sistema de salud. En poblaciones de nivel socioeconómico más bajo, donde el consumo de grasas trans es mayor, este efecto podría ser mucho más grande", aseguró Rubinstein, que hoy presentará los resultados a la prensa internacional acreditada en el país. Además, continuó, "es una medida sumamente efectiva porque es universal y llegará a toda la población, incluidos los chicos."

Actualmente, los cinco grupos de alimentos con mayor contenido de grasas trans son los baños de repostería, los productos de panadería, los alfajores, las barritas de cereales, las galletitas y los platos precocidos. Así lo demuestran los datos preliminares de un relevamiento de 528 productos en las góndolas de una de las principales cadena de supermercados que realizó la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) Argentina.

Eso coincide no sólo con los datos que obtuvo la misma organización el año pasado en 878 alimentos de otras dos cadenas de supermercados, sino también con los que el Instituto Nacional de Alimentos presentó la semana pasada en la jornada "Argentina 2013 Libre de Grasas Trans", organizada por el Ministerio de Salud con todos los sectores involucrados. Eso incluye a las entidades profesionales, los investigadores y las ONG que insisten en destacar la necesidad de que, una vez implementada la medida, realizar un control sostenido de su cumplimiento para ayudar a las empresas, como las pymes, que les cueste incorporar las modificaciones y comprar los insumos necesarios.

"Estas grasas trans tienen efectos adversos para la salud: la evidencia científica vincula el consumo de ácidos grasos trans de origen industrial con alteraciones del metabolismo de lípidos en la sangre, inflamación vascular y desarrollo de enfermedades cardíacas, cerebrovasculares y renales", explicó el Ministerio de Salud a través de un comunicado de prensa en el que, también, se atribuyó la investigación del IECS sin haber participado ni mencionar a sus autores.

Sin sorpresas

La norma no toma por sorpresa a la industria alimentaria. Hace cuatro años, una modificación del Código Alimentario fijó los límites máximos permitidos de grasas trans, que se desarrollaron como un reemplazo saludable (por su origen vegetal) de las grasas de origen animal. Luego, se comprobó que también eran peligrosas. Hoy se sabe que el consumo de 5 gramos diarios es suficiente para elevar un 25% el riesgo cardiovascular. 

Desde la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), acompañaron la iniciativa "de trabajo conjunto entre el sector público y privado para lograr alimentos que contribuyan a beneficiar la salud, previniendo las enfermedades crónicas no transmisibles", indicó la directora de la entidad, Mercedes Nimo, a través de un comunicado.

Para la proyección, el IECS revisó todas las publicaciones sobre el consumo de grasas trans del período 2003-2004 (equivalía a 1,5% de las 2000 calorías diarias), consultó con especialistas en el proceso de reconversión industrial, epidemiólogos, médicos y nutricionistas, y con los datos del estudio Cescas I sobre la población adulta argentina, estimó el riesgo cardiovascular. Los valores de consumo de grasas trans y el efecto de su eliminación en el riesgo sirvieron para estimar el impacto económico. Esa información la calibraron con los datos de mortalidad de la Dirección Nacional de Estadísticas e Información de Salud. "Estimamos el escenario más conservador", dijo Rubinstein sobre el modelo construido con el economista Ulises Garay y la nutricionista Natalia Elorriaga.

"La Argentina es el primer país en desarrollo que verdaderamente elimina las grasas trans de productos como política de salud pública", dijo el doctor Marcelo Tavella, docente e investigador de la Escuela Superior de Ciencias de la Salud de la Unicen. "Tendrían que empezar a verse en un año los resultados, y de 4 a 5 años los efectos completos. Ahora, el desafío es aumentar la producción de aceite de girasol alto oleico para satisfacer la demanda interna y, también internacional, que es alta." La doctora Verónica Schoj, directora ejecutiva de FIC Argentina, aclaró que la norma rige para los productos elaborados a partir del lunes próximo. "Celebramos lo logrado, pero vamos por la fiscalización e implementación completa de la norma con asistencia técnica a las pymes", indicó. Para los consumidores, aconsejó empezar a leer las etiquetas, donde dice grasas totales y grasas trans. "Que elijan ya las que dicen cero".

Fuente: La Nación

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