Una recorrida por centros sanitarios de todo el país
confirma que, a pesar de que la inversión en el área es alta, la
infraestructura aún es deficitaria y faltan recursos humanos.
A pesar de que en la Argentina el gasto público en salud, en
términos de PBI per cápita, es el más alto de la región, y uno de los más
elevados de su historia, quienes trabajan y se atienden en el sistema público
creen que "nada ha cambiado" o incluso, que la situación "está
peor". En los 24 sistemas de salud distintos que operan en el país (uno
por cada provincia y el de la ciudad de Buenos Aires), los hospitales públicos
muestran graves problemas. Y son al menos 14 millones los argentinos que no
cuentan con ningún tipo de obra social o plan de salud y no tienen otra
alternativa. En el país, un 46% de la población tiene obra social; un 16%,
algún tipo de prepaga; un 2%, cobertura por un programa o plan estatal de
salud, y un 36% no cuenta con nada de eso, según el censo de 2010.
En Chaco, Formosa y Santiago del Estero más de la mitad de
la población no tiene cobertura de salud. En general, todo el norte argentino
es la región más desfavorecida. Misiones, San Juan, Jujuy, Salta y Corrientes
están debajo de la mitad, pero arriba del 40%, y sólo en la ciudad de Buenos
Aires, Tierra del Fuego, Santa Cruz y Chubut al menos 7 de cada 10 habitantes
tienen una cobertura de salud. Todas las demás provincias oscilan entre 40 y 30
por ciento de la población sin cobertura.
"Lo primero a corregir es la desigualdad y la
inequidad. El acceso a los servicios es muy amplio, pero la diferencia de
calidad entre lo público y lo privado es mucha", sostiene Mario Glanc,
director de la Maestría en Sistemas de Salud y Seguridad Social de la
Universidad Isalud.
A lo largo del país, los sueldos estatales no logran seducir
a los profesionales médicos en los lugares más alejados, y si el sistema
periférico no funciona, el hospital central se satura y colapsa. Para
descomprimir la demanda del Hospital Ramón Carrillo, el más importante de
Santiago del Estero, el gobierno del matrimonio Zamora-Ledesma inauguró varios
hospitales zonales en el interior. Pero la población y las propias autoridades
se quejan de la falta de médicos, que no consideran atractivo el salario. El
básico es de apenas 2800 pesos.
"Al hospital sólo deben llegar las patologías que no
puedan ser resueltas en un nivel primario. Esto no está ocurriendo en la
Argentina, porque al hospital se llega indiscriminadamente", advierte
Glanc. Es lo que sucede en el Hospital Ferrando -el más importante de Chaco-
donde continuamente se reprograman cirugías porque el hospital se satura con
casos de accidentes en motos, según el informe del Defensor del Pueblo de la
provincia, Gustavo Corregido. En el interior de Chaco, uno de los distritos más
pobres, la situación es complicada. En el Hospital de Pampa del Indio los
choferes no tienen contrato ni las ambulancias, radio para comunicarse.
"No basta con hacer hospitales, sino que hay que lograr
que se pueda trabajar allí. No es lo mismo Buenos Aires que Jujuy, y no tenemos
un recurso humano formado en función de un plan estratégico, que vincule
recursos humanos con estructura", agrega Glanc.
Justamente, en el nuevo hospital de Abra Pampa, en la puna
jujeña, hay sólo seis médicos, la misma dotación que hace una década, mientras
que en la capital, el Hospital Pablo Soria continuamente ve trabado su
funcionamiento. Víctor Aramayo, de la Asociación de Profesionales
Universitarios de la Administración Pública (Apuap), reconoce avances en lo
edilicio, pero señala que el "gran agujero negro" que hace que todo
lo demás no alcance es la falta de personal. "Ni las ambulancias curan, ni
las paredes hacen estudios", señala.
Es lo que sucede en La Pampa. En el último llamado a residentes
que lanzó el gobierno, se reconoció que la provincia es cada vez menos
tentadora para los profesionales, más atraídos por Córdoba o Santa Fe.
La historia se repite en Misiones, con hospitales colmados y
médicos tentados por los salarios brasileños, en reales y tres veces más altos.
Eso sumado a los ya típicos faltantes de insumos y deudas en lo edilicio, en
casi todo el país. En el moderno Hospital Ramón Madariaga de Posadas, no hay
guantes de plástico importados y en el de Odontología, tienen carencia de
anestesia y alcohol; en los dos principales hospitales de San Miguel de
Tucumán, el Ángel C. Padilla y el Hospital de Niños, padecen graves problemas
edilicios y hay aparatología fundamental que está destruida por el uso,
mientras que en Chubut, el Hospital Regional de Comodoro Rivadavia es el que
atraviesa la crisis más severa: un comité integrado por el propio personal
relevó desde falta de personal hasta de insumos básicos y sábanas.
Un poco más al Sur, en la provincia de Santa Cruz, un hecho
se volvió paradigmático, cuando la presidenta Cristina Kirchner se fracturó el
tobillo en Río Gallegos y no pudo ser atendida en el hospital provincial porque
el resonador llevaba casi un año sin funcionar. Poco después del papelón, se
aceleraron los trabajos para inaugurar un hospital de alta complejidad en El
Calafate.
Si en las zonas alejadas el problema es de sueldos, en las
ciudades se agrega el de la violencia. "Nuestros médicos corren peligro,
están asustados", admitió en febrero la ministra de salud porteña,
Graciela Reybaud. Para Guillermo Pacagnini, secretario general de la asociación
de médicos de la provincia, los tres problemas estructurales más inquietantes
son el salario, la violencia y las condiciones de trabajo. Por eso, el gobierno
bonaerense, además de aumentar el salario, se comprometió a bajar la edad
jubilatoria de los médicos a 50 años, para prevenir el desgaste laboral.
"No es un problema de presupuesto, sino de
administración. El gasto en salud es del 8,5% del PBI, es el más alto de la
región", señala Glanc, de la Universidad Isalud. Es un análisis similar al
que hace Rubén Zapponi, del Sindicato de Profesionales de la Salud de Tierra
del Fuego. "Falta una política clara -se lamenta-; apostar todo a la
atención primaria fue un fracaso porque el médico deja el hospital, lo
reemplaza un médico de la guardia y ésta queda vacía. Hay centros periféricos
que llevan tres años cerrados."
En Mar del Plata, el hospital de Agudos es reconocido por el
desempeño de sus médicos, pero el histórico problema edilicio y de
mantenimiento, llevó a que esté en discusión si es preciso declarar su
emergencia sanitaria. Por eso, desde casi hace dos años funciona un Centro de
Especialidades Médicas Ambulatorias que funciona como un intermedio entre las
salas primarias y el hospital.
En Mendoza, pese a que un 75% del presupuesto sanitario va a
los sueldos, la animosidad entre el gobierno y los sindicatos no tiene fin.
Cierta vez, el por entonces ministro de Salud, Matías Roby, llegó a expresar:
"En la temporada alta de paro, falta todo, y cuando se arreglan los
sueldos, por magia, aparecen los insumos". Sin embargo, según un informe
del Instituto de Salud Pública y Gestión Sanitaria (ISG), el incremento del
gasto en salud entre 2003 y 2013 fue de 108%. A pesar de ello, dice el informe,
"se generó más ineficiencia: el doble de plata, menos servicios".
En palabras de Glanc, "el sistema es más ineficiente
que insuficiente. La Argentina sostiene un modelo de administración
hospitalaria de hace 50 años".
Fuente: La Nación
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