Cada vez que aparecen en el horizonte las fiestas de fin de año renace el debate por la utilización generalizada de pirotecnia, que para algunos es una tradición y para otros resulta un verdadero padecimiento, por la cantidad e intensidad de los ruidos que provoca. Y que siempre deja un número significativo de heridos: en los últimos festejos hubo 55 solo en la Ciudad de Buenos Aires.
Un nuevo proyecto de ley para prohibir en todo el país el uso de artefactos pirotécnicos sonoros, presentado por el diputado justicialista bonaerense Eduardo "Bali" Bucea, buscará hoy apoyo parlamentario en la Cámara baja, con el acompañamiento de organizaciones civiles que trabajan con el Trastorno del Espectro Autista (TEA) y el Trastorno Generalizado en Desarrollo (TGD), y organizaciones defensoras de los derechos de los animales.
A nivel provincial ya existen restricciones en Neuquén, Mendoza, Tierra del Fuego y en algunas localidades como Bolívar, Bahía Blanca, San Carlos de Bariloche y San Martín de los Andes, entre otras.
El documento, que ingresó oficialmente a Diputados en mayo, propone prohibir la fabricación, comercialización, tenencia y uso de artefactos pirotécnicos que produzcan "efectos sonoros superiores a 84 decibeles" y también los llamados "globos aerostáticos", con el objetivo de "proteger la salud, tranquilidad, bienestar y seguridad de personas y animales, el sano esparcimiento familiar y la protección del medio ambiente".
"Estamos generando reuniones con diputados de distintos bloques junto a las asociaciones y es tremendo la aceptación que estamos recibiendo. Nos gustaría que pase como con la Ley Justina”, explicaron desde el entorno de Bucea.
Pirotecnia cero, una demanda solidaria
Las personas con TEA y TGD, los ancianos, los bebés y también las mascotas son los principales afectados por la pirotecnia, debido a su hipersensibilidad sonora. "La sensibilidad auditiva es una de las que se ve más alteradas, por eso, según lo expresado por los padres de niños con estos trastornos se tapan muy fuerte los oídos, tienen crisis de llanto e incluso llegan a autolesionarse", detalla en sus fundamentos el proyecto de ley.
Celeste Marisi, mamá de Tomás, un chico de diez años diagnosticado con TEA, cuenta a LA NACION su experiencia: "Lo que para otros es 'felices fiestas’ para nosotros es lo más alejado de ser feliz. Aunque parezca raro, nuestros hijos sienten dolor físico, les provoca miedo, un miedo que los desestabiliza totalmente".
Miembro de TGD Padres TEA. Marisi explica que cada diciembre se ve obligada a armar estrategias para reducir la exposición de Tomás a los ruidos fuertes, abandonando la ciudad,, si la familia puede, o incluso utilizando protecciones auditivas similares a las que se usan en la construcción. Aunque no hay estadísticas nacionales sobre el tema, las cifras internacionales hablan de una cada 59 personas con trastornos del espectro autista. "En la Argentina son 400.000 personas y sus familias. Son un montón de personas afectadas", dice Marisi.
El proyecto de ley presentado por Bucea no prohíbe los artefactos pirotécnicos lumínicos cuyo ruido sea inferior a 84 decibeles, un nivel similar al que provoca un colectivo. Tampoco restringe aquellos que sirvan como señales de auxilio, de emergencia, o tengan un uso industrial o productivo, como en la minería.
En Diputados deberá ser tratado en las comisiones de Seguridad, presidida por Guillermo Montenegro, y de Industria, a cargo de José Ignacio Mendiguren. En los últimos años hubo otros intentos de regular la pirotecnia a nivel nacional que no progresaron: el último proyecto fue presentado en 2016 por la senadora Magdalena Odarda, de UNEN. Fue justamente en Industria donde naufragó, porque la Cámara Argentina de Empresas de Fuegos Artificiales argumentó que ponía en riesgo miles de puestos de trabajo.
Como en este caso la prohibición no se extiende a la pirotecnia lumínica, quienes apoyan la iniciativa confían en que tiene posibilidades de avanzar porque esperan una menor resistencia de los fabricantes de pirotecnia. Y apelan a generar conciencia colectiva. "Si mi disfrute daña a otra personas tenemos que pensarlo, porque todos tenemos derecho a pasarla bien. No es dejar de tirar fuegos artificiales, sino sensibilizarse un poco: el problema son los estruendos", explica Marisi.
Fuente: La Nación